¿A quién no le ha salido alguna vez en su corta o larga vida ;), una ampolla en el pie?. Seguro que si habéis estrenado calzado, habéis corrido una carrera popular con vuestras zapatillas y calcetines nuevos, habéis hecho el afamado Camino de Santiago (por cierto, experiencia muy recomendable)….habéis sufrido a las molestas ampollas.
¿Qué es una ampolla?
A pesar de lo molestas que son, que en ocasiones nos impiden hasta caminar, la formación de ampollas es un mecanismo de protección que tiene la piel, y lo hace formando como una elevación cutánea que es palpable y delimitada y que en su interior contiene un líquido seroso, siendo la causa más frecuente la que comentábamos anteriormente de forma indirecta, la fricción o roce, especialmente del calzado. Y claro, entre el calor, la humedad, y a veces ese calzado no bien ajustado, se dan las condiciones óptimas para que se nos formen.
¿Qué es lo primero que se nos viene a la cabeza cuando nos sale una ampolla?
Exacto, “explotarla”, pero NO, NO hay que “explotarlas” y el motivo es simplemente uno, por el RIESGO DE INFECCIÓN. De hecho, debemos dejar siempre que se pueda la piel (en caso de que se rompa por sí misma) porque ésta constituye una barrera para mantener alejadas posibles infecciones cutáneas.
Ante la aparición de una ampolla, se pueden dar varios escenarios, entre ellos los más frecuentes son:
- Sale la ampolla, está sin explotar y con la piel intacta: si las ampollas no molestan, no es necesario hacer nada, porque se resuelven por sí solas. En estos casos, lavaríamos bien la zona, la secaríamos a toques y pondríamos un apósito o tirita que cubra la ampolla.
- Sale la ampolla, pero se ha roto, y la piel se ha quedado ahí con restos de líquido: en este caso, nos lavaríamos bien las manos antes de tocar una ampolla reventada, ayudaríamos a drenar el líquido restante de la ampolla y sin retirar la piel, desinfectaríamos con clorhexidina y a continuación cubriríamos con un apósito.
- Sale la ampolla, pero ya se ha roto y se ha desprendido la piel que la cubría. En estos casos limpiaríamos muy bien la herida con agua y jabón (con las manos limpias por supuesto ;)), y a continuación aplicaríamos clorhexidina y cubriríamos con apósito.
¿Cuándo se puede drenar una ampolla?
Ahora bien, hay una causa justificada donde podríamos pinchar la ampolla para drenar el líquido, y es, en esos casos donde la ampolla nos impida seguir con nuestra actividad normal. En estos casos, y siempre sin DAÑAR la piel que recubre la ampolla, seguiríamos los siguientes pasos:
- Lavarnos bien las manos y la zona donde está la ampolla con agua y jabón.
- A continuación aplicar clorhexidina sobre la zona
- Pinchar la ampolla con una aguja que previamente hemos esterilizado y ayudar mediante una ligera presión con una gasa a que drene el líquido, ojo aquí y mucho cuidado con no dañar la piel.
- A continuación volvemos a desinfectar con clorhexidina por eso de dejar todo bien limpio 😉 y finalmente aplicamos un apósito que permita su cicatrización al mismo tiempo que nos ayude a amortiguar y paliar las posibles molestias en la zona.
Con este post queremos ayudaros a que podáis tomar la mejor de las decisiones 😉 a la hora de solventar el “problemilla” de las ampollas.
Sin más deciros, que quedamos a vuestra disposición en la Farmacia para cualquier duda o aclaración.
Fuentes: Instituto Catalá del Peu
Cinfa salud
Beatriz Díaz-Carrasco Delgado. Farmacéutica Adjunta
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